El Gobierno español ha recurrido la Oferta Pública de Empleo (OPE) de la Ertzaintza que ha puesto en marcha el Ejecutivo vasco para cubrir un total de 120 plazas con la pretensión de suspender el proceso que permitirá dotarse a la Policía Vasca de 8.000 efectivos. Dicha medida no supone la paralización automática del proceso, por lo que el gobierno vasco ha anunciado su propósito de continuar con el mismo hasta el final.
Los porqués del recurso ya han sido suficientemente explicados en la prensa diaria por lo que no me extenderé sobre ellos. Lo que sí pretendo explicar es lo que puede pasar a partir de ahora.
En primer lugar, los opositores han recibido una carta del Departamento de Interior notificándoles que disponen de un plazo de nueve días para personarse como parte interesada en el procedimiento. Esta medida es un paso más, obligatorio, de dicho procedimiento administrativo y, por aclararlo, no es necesario que el opositor se persone, a no ser que desee hacerlo para lo cual le sugiero que contrate a un abogado. En cualquier caso, al margen de que pueda hacerlo o no, la pelea es entre los dos gobiernos el vasco y el central, que me supongo que terminarán pactando. Es una teoría, nada más, pero sospecho que con la que le está cayendo en Cataluña al gobierno de Rajoy, lo último que querrán es abrir otro frente en Euskadi. No se si es aventurado decirlo pero esto se resolverá en alguna negociación entre las partes para respetar aquí la convocatoria a cambio de alguna cosilla en Madrid. La política ya se sabe, pero yo no me imagino que se anule todo lo hecho hasta ahora, aunque eso sería lo que pasaría de ganar el recurso el gobierno central.
Al opositor no le queda otra que aguantar hasta que escampe. Esto puede retrasar la celebración de las entrevistas algún tiempo. O no. Todo dependerá de la voluntad del Departamento. Por lo tanto mi recomendación es estar tranquilo, seguir la preparación y abstraerse del tema. Lo que sea sonará y ya verán cómo en esta vida todo tiene arreglo. Bueno, casi todo. La estupidez de los políticos no la arregla ni Dios.
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